martes, 8 de diciembre de 2009

Casi tres meses y medio después... la última semana


Tengo ya mi boleto de regreso. Parto al Perú este sábado al mediodía y no he de mentir, la emoción por volver a ver a la Flaka, a Luchía ya de 4 meses y a mi familia, es grande. Tengo casi todo listo y estoy rogando por que la maleta no sobrepase los kilos permitidos.

Hace casi tres meses y medio empezó esta larga aventura tan lejos de mi país y hoy ya falta poco para que llegue a su fin. Me parece increible que el tiempo haya pasado, algunos días muy lentamente y otros no tanto, pero al fin y al cabo, pasa. Espero que este blog les haya sido entretenido y hayan sentido, aunque sea un poquito, vivir en Japón, como yo. Todavía no es una despedida, quedan por escribir seguramente un par de post más, pero quería, a pesar que casi he escrito como naufrago que tira una botella al mar (por que este blog casi no ha recibido sus comentarios y no se quien lo lee), agradecerles desde ahora haberme acompañado en esta estadía.

Regreso al Perú pelucón y un poco flaco, la nostalgia se queda acá, pero regreso con mucho aprendido y con la cabeza llena de ideas para implementarlas en mi trabajo diario. Se fini.

Ahora a la crónica. Debo contarles que a pesar que les mencioné en el post anterior que Tokyo sería nuestra última visita, lo cierto es que quedaba en el programa una más, esta vez a Kobe, ciudad que en 1995 sufrió un gran terremoto que alcanzó los 7.3 grados de intensidad.

En Kobe fuimos a conocer el Disaster Reduction Museum, ubicado frente al malecón de la Bahía y al costado del moderno edificio del JICA - Kobe, donde después recibiriamos una lectura sobre Representing disasters in museums (cuya traducción sería Museos sobre desastres naturales). Civilizada manera esta de crear un museo, para recordar y educar a la gente y a las generaciones futuras, en la prevención y en la difusión del conocimiento y la tecnología para reducir las perdidas por desastres naturales, del cual ninguna nación escapa.

El de Kobe es un museo magnífico, con 5 pisos, un cine, un auditorio y mucho material audiovisual de alta tecnología, además de una sala dedicada a mostrar el uso de nuevas tecnologías para reducir los daños y en lo cual Japón tiene un necesario adelanto, por ser un punto crítico del cinturón sísmico del pacífico, como lo es el Perú. Lástima que en nuestro país no haya, hasta donde sé, un museo que recuerde y concientice sobre la prevención de tantos desastres naturales que nos han ocurrido, y nos seguirán ocurriendo.

El terremoto que sufrió Kobe, conocido como el gran Hanshin Awaji ocurrió un 17 de enero de 1995, a las 5:46 de la mañana y fue desastroso, murieron casi siete mil personas en los apenas diez eternos segundos que duró. Yo recuerdo las noticas en la tele sobre este terremoto japonés y las superautopistas caidas sobre sus columnas.

La visita terminó como al mediodía y luego fuimos a almorzar al restaurante del Jica. Muy buena atención empezando desde la recepción, donde una de las chicas que atendían me contó que conocía el Perú y Macchu Picchu por supuesto. Debo mencionarles que por estos lares y entre casi todos los amigos, de diversas partes del mundo, que he conocido durante esta estadía, Machu Picchu es muy popular. Nuestra maravilla del mundo es sin duda lo más conocido del Perú, en segundo lugar Fujimori, (es la verdad) y en tercer lugar el Condor Pasa. Los latinos conocen un poco más; el ceviche, Lima, Alan y las líneas de Nazca, pero entre los asiaticos, europeos y en menor cantidad los africanos, el Perú es Macchu Picchu por antonomasia.

Después del almuerzo nos fuímos en tropel al malecón a ver la bahía de Kobe, con un superpuente que la cruza de extremo a extremo. Las fotos salieron lindas. En la tarde tuvimos la lectura a cargo del sensei Isao Hayashi, experto en estos temas. Era la última clase del curso, todos lo sabíamos, así que trascurrió entre el tedio para algunos y la emoción para otros. Pero al final, todo pasa, como dije lineas arriba, y esta última clase llegó a su fin casi a las 4:30 de la tarde, con el sol escapando también de Kobe. En Japón, los días durante el invierno terminan temprano, a las 5 ya esta oscureciendo.

Regresamos por donde vinimos, de la estación de Nada, en Kobe, hasta la estación de Ibaraki y de allí en bus hasta el Jica Osaka. Escribo mucho, lo se, pero es que como todo escribidor, guardo la esperanza que lean hasta la última de mis líneas, que cada una encierra todo lo que he ido viviendo aquí en Japón y que ya llega a su fin. Sayonara

camino a Kobe, en la estación del tren, que pasa raudo haciendo chu-chuuu, traca traca traca


dos tomas del Museo sobre el terremoto de Kobe de 1995.
solo tomé pocas fotos del interior, mientras los encargados se distraían, por que en este museo, especialmente en los pisos 3,4 y 5, tomar fotos esta prohibido. El señor de la foto muestra didácticamente como funcionan las estructuras antisísmicas.

un barquita pesquero en el malecón!

aqui Motasen, Any y Vera divagando sobre la humedad del agua.

detrás mio, a la izquierda el museo del terremoto, en medio un edificio municipal y a la derecha el edificio del Jica - Kobe.

la última clase del curso! las persianitas cerradas, la luz baja y la voz casi en off del sensei, mismo locutor de Radio Miraflores, invitaban a la siesta.

el grupo completo, o casi.
En Kobe ya viven la navidad, aunque en Japón lo celebran como una fiesta más, sin la connotación religiosa que significa para nosotros ( o que debería significar)

encontré esta peluquería ya de regreso, y al viejito peluquero disponible, mmm. Prefiero cortarme el cabello en Lima.

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