viernes, 16 de octubre de 2009

Feliz cumplemes Luchía!!

Ayer fue el tercer cumplemes de Lucía. La Flaka me cuenta que esta grande y hermosa. Por eso, permitanme poner en este blog, que segun el título debe referirse a mi travesía en el Japón, una breve historia que escribí hace algún tiempo, cuando este nombre ya me parecía que debía acompañarnos para siempre. Para tí Lucía de mi corazón.


Lucía Chirimoya

Desde que el Imperio Incaico desarticuló las fuerzas realistas del coronel Noriega, la ciudad del Cusco no fue la misma. Las calles ya no lucían las banderolas de nylon, ni las pancartas de tecnopor. Tampoco los balcones avistaban mas allá de las laderas del Sacsayhuaman a los grupos de bohemios en coches y carpas. Ya no despedían las manos a los viajeros del Tampu, ni mucho menos el gordo cura Saldarriaga cruzaba ya la plaza apurado hacia los portales.

La situación no podía ser más indiferente.

La casita del camino a Urcos, en el Hurin Cusco, propiedad de don Alonso Chirimoya, con su portada de piedra y el jardín de hiedras y geranios, empircado hacia el camino, también lucía triste y Lucía lucía aun mas triste apoyada en la ventana de la casa.

Por las tardes, el Inca se paseaba en bicicleta aspirando el aire con mucha elegancia y tratando además de no doblar demasiado el espinazo. Detrás, tres guardias corrían junto a él, uno con el blasón imperial, muy digno y multicolor, otro con la radio Philips del 87, marca oficial de la campaña de reconquista, y un tercero cargando un inflador, para inflar solícito cualquier contratiempo.

La situación no podía ser más solemne.

De vez en cuando la comitiva pasaba por el camino a Urcos aprovechando la poca brisa de la tarde, las aspiraciones menos elegantonas y el menudo tránsito de la gente, a excepción de los geranios, las hiedras y de Lucía Chirimoya en su ventana, luciendo desconcertada por los malabares que el tipo del blasón hacia para salvar la dignidad del estandarte.

El Inca se despedía en la esquina aprovechando el semáforo en lila, por que definitivamente el rojo no le gustaba demasiado como para detenerse ante él. Volteaba a mirar a Lucía y el blasón pasaba de largo hacia el Hanan, invicto junto al soberano.

La melancolía Lucía. La melancolía te roba los ojos y el cielo del Cusco se queda pequeño frente a tu ventana.

Esas tardes Lucía Chirimoya no es más que una postal de enamorados, triste y lejana desde la ventana.

Don Alonso ya no sale tampoco a cazar patos ni mucho menos lee su periódico hasta que la lluvia le moje las noticias y las pantuflas. Y Lucia está triste, por que leyó en el ultimo periódico mojado que el Inca victorioso montaría bicicleta todas las tardes por el empedrado de Urcos.

La melancolía Lucía. La situación no puede ser más melancólica.

El último despacho indicaba que Noriega, con toldo y todo estaba aún rondando por las pampas del Collao. Que tenía 28 misiles, una bazuca y una buena cocinera. Y que el teniente Gonzalo Piña aún suspiraba por el amor de Lucía. Eso decía.

Mi amor es tan solo un fax en arial cursiva, Lucía.
Gonzalo.

El Cusco tiene treintaitrés pisos, parquet y ascensor. Tiene una pileta con luces computarizadas, tiene un poeta que edita que Adita, su enamorada, alguna vez se mudo muy lejos y volvió y nació. Tiene además una pantalla gigante, una feria anual, un teatro elegante. Tiene mascotas los domingos en el parque, aire acondicionado, autopista y una cadena de supermarkets. Un cristo, un funicular y salidas todos los días a Miami. Y tiene a Lucía prendida y triste a su ventana, cuidando desde el Hurin las noticias del avance.

Velo por cable Lucía, Noriega no avanza y Gonzalo esta pensando seriamente en tomar las vacaciones y mudarse a Mar del Plata en lancha una parte y otra en primera clase.

Que desilusión Lucía. La situación no puede ser más complicada.

Y se complica por que últimamente ya no ha sonado ni un minúsculo disparo y la torre de San Blas ya está casi reparada. El Inca habla en inglés a la BBC los viernes, circunspecto, él de noble estirpe no suda ni se aja. Y en las radios Los Pericos van cantando a voz en cuello que todo esta caliente, excepto el toldo de Noriega, la cerveza y el teniente.

Quien diría, se me acaba el argumento y la metodología.
Lucía.


Papá, mamá y Lucía de algunos meses (en la barriga), en el departamento de jirón Lima.

2 comentarios:

  1. Que bueno saber todo lo que estás avanzando y aprendiendo en esas tierras, te felicito por la bella bebé que tienes un abrazoi a la distancia. Carito.

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